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el equipo

A Language Athletics lo dirigen tres tipos que se conocieron por la traducción, se hicieron amigos porque les interesaba lo diferente del otro y se asociaron cuando se dieron cuenta de que compartían una motivación fuera del trabajo: mirar y practicar deportes.

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Entre los tres, Gustavo, Guille y Nico suman más de 30 años de experiencia en la industria de la traducción y cada uno pasó por un montón de cargos diferentes en la industria: fueron traductores, editores, revisores, coordinadores lingüísticos, gerentes de proyecto y gerentes de calidad.

 

Y al menos duplican la cantidad de años en experiencia como 'jugadores' y fanáticos del fútbol, el judo, correr y la escalada en montaña.

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Si no los impresiona todo esto, miren la foto a la izquierda.

EL judoka

No sería exagerado decir que cuando Guillermo Ferrero empezó a caminar de bebé lo hizo sobre un tatami. Así de chiquito era cuando descubrió el judo y, si bien coqueteó con otros deportes (como el rugby) durante la adolescencia, el judo fue y sigue siendo su principal motor de vida (bueno, después de su hija Alfonsina).

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Su carrera como traductor creció en paralelo con una vocación cada vez más presente como sensei de judo y como judoka en competición. En 2011, se fue de su Rosario natal (Argentina) y se instaló en la pintoresca San Martín de los Andes en la Patagonia, donde encontró el entorno ideal para abrir una escuela de judo para niños y adultos. Además de contribuir significativamente con el desarrollo de esta arte marcial en la región, donde todavía no era tan practicada, Guille viene entrenando exitosamente jóvenes judokas que ahora triunfan en diferentes campeonatos a nivel nacional e internacional.

el corredor

A que sí se lo ve como un runner nato, ¿eh?Postura bien equilibrada, ojos fijos en el rumbo, a solo 2 kilómetros de la línea de meta de un nuevo récord en media maratón. Pero Nicolás no siempre se llevó tan bien con la práctica deportiva. Claro, le encantaba jugar al fútbol, pero muy seguido se veía enredado con la pelota en el mediocampo, con dificultad para levantar la cabeza y pasarla a compañeros más ágiles. Luchaba con unos kilos de más y pasaba la mayor parte del partido en el banco, ojeando al técnico, esperando poder cambiar su suerte en unos minutos.

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Un par de décadas más tarde, supo que no quería ser otro de los treintañeros fuera de estado que se lesionan tontamente jugando al fútbol 5 y se dio cuenta de que correr podía ser una solución a estar mejor.

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Hoy Nicolás solo se sienta en el banco para traducir en la computadora y se esfuerza para correr un saludable kilometraje promedio semanal. Si se encontrara con el DT que nunca lo ponía de titular le contaría que hace 5 años corre una maratón de 42k todos los años.

 

Todavía nunca lo vio entre la multitud vitoreándolo al llegar. ¿Tal vez en la de este año?

el alpinista

Si bien de los tres Gustavo es el que se destaca como cerebrito del conocimiento histórico futbolero y la memorabilia de mundiales y jugadores retirados y olvidados, su vida activa está más cerca de otros deportes, aquellos donde el desnivel toma protagonismo.

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En los 5 años que vivió junto a la montaña en Bariloche, Gustavo no solo desarrolló paladar para el cordero patagónico, sino también para los deportes extremos y al aire libre. Escaló montañas de la zona, llevó su bici de montaña MTB por senderos paisajísticos que serpentean en la base de la cordillera de los  Andes y también empezó a tomar clases de escalada en palestra, actividad que planea retomar ahora en Rosario.

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Puede que sus pies de gato y sus mosquetones —hoy olvidados en el placard— ya no recuerden el frío de la nieve.

Pero ahí están. Esperando una nueva oportunidad.

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